Lolitas, esas chicas teen que nos enloquecen

Viernes, 09 de Octubre de 2020

Si echamos mano al diccionario veremos que una 'lolita' es una niña o adolescente que no ha alcanzado la edad de consentimiento sexual y que resulta muy atractiva sexualmente para los hombres mayores. O, mejor dicho: para muchos hombres mayores. Esos hombres, en su inmensa mayoría, saben distinguir lo que se puede desear (el deseo es libre) de lo que se puede hacer (la ley determina los límites). Esos hombres, ante la imposibilidad legal y moral de mantener relaciones con lo que, en sentido estricto, es una nínfula, optan por servirse de ese deseo reprimido para calentar su imaginación y para echarla a volar mientras mantienen relaciones con mujeres que sí estan capacitadas legalmente para dar su consentimiento sexual pero que habitualmente poco tienen que ver con esas jovencitas morbosas a las que desean íntima y calladamente.

Esos hombres olvidan con demasiada frecuencia que tienen un sencillo recurso para satisfacer sus deseos: contratar los servicios eróticos de una escort lolita, de una prostituta de lujo teen que se amolde perfectamente a ese prototipo de mujer que ellos desean por encima de todas las cosas.

Este tipo de escorts de las que hablamos son jovencitas absolutamente capacitadas legalmente para dar su consentimiento sexual (¡faltaría más!), pero hay algo que las caracteriza y las distingue del resto de compañeras de oficio: una puta de lujo teen conserva aún un algo de adolescente en su físico, una algo de aniñado. En la manera de mirar de una callgirl lolita hay un rastro de inocencia que se resiste a marchar. Ese rastro de aparente inocencia puede hallarse también en su forma de sonreír. La sonrisa de una lolita está a medio camino entre la timidez y lo provocativo. En cierto modo, parece como si esa jovencita diera a entender con la sonrisa que ella sabe (o al menos intuye) que es muy deseable y que tú, precisamente, la estás deseando locamente. Y eso la hace sentirse, de alguna manera, feliz.

Esos rasgos de aparente timidez puestos en el cuerpo de una mujer que parece hallarse en pleno desarrollo resultan muy morbosos para muchos hombres. En cierto modo, lo que esos hombres contemplan cuando miran la sonrisa de una lolita es a una joven que, siendo virgen, parece estar deseando dejar de serlo. Y que parece desearlo mucho. De hecho, esa jovencita atractiva y morbosa parece dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de conseguirlo. Eso explicaría, en buena medida, por qué muchos hombres desean acostarse con señoritas de compañía jovencitas.

Escort teen

El hombre siempre ha valorado mucho el hecho de 'estrenar' a una mujer. Acabar con un virgo, romper un himen, ser el primero de entre todos los hombres del mundo mundial en penetrar ese coño tan apetecible: los hombres han dado siempre mucha importancia a todo eso. Por eso seguramente se ha dado tanto valor a lo largo de la historia, al menos en las sociedades patriarcales, a la virginidad femenina.

Cuando un hombre busca acostarse con una lolita, busca, en cierto modo, creerse eso de que él es el primero que se la folla. Que es él quien pone el primer sello en el visado de la vida sexual de esa jovencita con pinta de adolescente. Que es él quien le está descubriendo a esa nínfula hambrienta de conocimientos sexuales cuánto se puede gozar en la cama y lo bien que se puede sentir una mujer cuando le meten una buena polla. Ése es el sueño de muchos hombres: el de estrenar a una mujer. Y acostarse con una escort teen recién llegada a la mayoría de edad les puede hacer más real la sensación de haber cumplido ese sueño.

Una prostituta de lujo jovencita puede dar sensación de inexperiencia. Y eso para muchos clientes es también muy importante. Hay hombres a los que les gusta sentirse la parte dominante de una relación sexual. Hay otros que son de naturaleza apocada, hombres inseguros para quienes una escort treintañera (y no digamos ya una MILF) les puede parecer demasiado 'leona', 'demasiado mujer'.

A estos hombres de naturaleza sexual insegura les da confianza y seguridad tener entre los brazos una especie de muñequita de carne y hueso. Aunque algunos de estos hombres, a la hora de la cita con una señorita de compañía jovencita, se llevan una sorpresa, pues hay callgirls teen que, metidas en faena, son auténticas panteras del sexo, amantes hambrientas que, metafóricamente hablando, no dejan del cliente ni los huesos.

Otros hombres, más que buscar una chica inexperta en las cosas del fornicio, lo que buscan al contratar a una chica de compañía jovencita es acostarse con alguien que, de alguna manera, les recuerde a su primer amor. ¿Cuántos hombres no se enamoraron en la adolescencia y tuvieron que resignarse a ver cómo la chica de sus sueños le decía que no? Follar con una escort lolita que recuerde físicamente a aquel amor platónico de la adolescencia puede ser una buena y muy placentera manera de vengarse del pasado.

cinPuta jovencita

Una experiencia con una lolita profesional del sexo

Eso mismo fue lo que hizo Christian, un putero casi cuarentón, cuando vio el anuncio de Amanda, una joven escort teen, en nuestra web de GirlsBCN. No diremos si fue en Barcelona o Madrid porque esto podría haber ocurrido en cualquier ciudad.

"Cuando vi el anuncio", cuenta Christian, "no pude dejar de pensar en Nuria. Los mismos labios chupones, la misma mirada un puntito estrábica, el mismo cuerpecito de muñeca. ¿Cuántas pajas me había hecho pensando en Nuria cuando tenía 16 años? Ciento y la madre, sin duda. ¡Qué cachondo me ponía mi compañera de clase! Y ella lo sabía, seguro. Más de una vez me debió sorprender mirándola embelesado".

"Pero Nuria no quiso nada conmigo. Por aquellos años, ella salía con un menda del mismo instituto al que íbamos nosotros, un gigantón que iba dos cursos por encima nuestro y que siempre se la llevaba montada en una Vespa. Ni siquiera me llevé de ella un beso. En aquellos años de adolescencia tuve que conformarme con pelármela como un mono pensando en cómo debería ser lo de follar con ella. Bueno: en verdad (¿para qué engañarnos?) pensaba en cómo debía ser eso de follar en general".

"No voy a contaros mis miserias de adolescencia. El caso es que cuando vi la foto de Amanda en el apartado de lolitas de aquel directorio online de prostitutas de lujo volví a recordar aquel tiempo y volví a sentirme cachondo como un adolescente. Pero yo ya no era un adolescente. Para empezar, hacía mucho que había dejado de ser virgen. O sea: que hacía años que ya sabía de qué iba eso de follar. Y sabía también que apenas un puñado de euros me separaban de la oportunidad de follar con una callgirl teen que parecía algo así como una imagen de Nuria congelada en el tiempo".

"Llamé a Amanda, claro. Y me cité con ella. En el anuncio vi que se desplazaba a domicilio y yo aproveché uno de mis fines de semana de padre divorciado para citarla en mi casa. Le dije claramente lo que quería: que se comportara como una compañera de instituto que venía a casa a hacer un trabajo y con la que, acabados los deberes, acababa follando encima del sofá".

"No entraré demasiado en detalles sobre cómo se desarrolló la cita. El caso es que cuando la tuve ante mí renuncié directamente al juego de rol y le propuse irnos a la cama. Así me puso de verraco de golpe. Amanda tenía 19 años pero aparentaba tranquilamente tres menos. Era puro morbo. Me volvía loco su culito apretado, sus tetitas coronadas por dos pezoncitos tan sonrosados como sensibles, su boca glotona, que, llegado el momento, lamió y lamió mi cipote con la aplicación de una buena estudiante".

"El tiempo pasado con ella fue pura delicia. Pese a su edad, Amanda era una experta folladora. Sabía todo lo que tenía que saber para llevar a un hombre hasta el delirio. Y hasta él me llevó. Cuando me corría, mientras sentía como mis huevos se vaciaban enteros, no pude dejar de gritar un nombre: el de Nuria, mi vieja compañera de clase, mi amor platónico, la mujer a la que al fin me había follado simbólicamente gracias a la mediación del cuerpo de Amanda, la mejor escort lolita con la puede soñar un hombre".

Escorts jovenes