El maravilloso mundo de las escorts

Miércoles, 22 de Abril de 2020

Que todo rito tiene su oficiante especializado en él es algo que te recalcará cualquier creyente de cualquier religión. La práctica del sexo tiene, en cierto modo, algo de ritual. Entre el beso preliminar, dubitativo y explorador y el gemido casi de agonía que acompaña al orgasmo median una serie de pasos que no tienen por qué sucederse de una manera matemáticamente cerrada pero que siempre deben apuntar, como flechas que se hubieran puesto de acuerdo en impactar en la misma diana, hacia la consecución de ese instante final de éxtasis que justifica el rito y lo engrandece.

Entre los pasos que forman parte del ritual del sexo podemos encontrar la felación (esa adoración bucal y lingüística con la que se honra al órgano sexual masculino), el cunnilingus (esa adoración bucal y lingüística con la que se honra al órgano sexual femenino), el masaje erótico (esa adoración en la que pueden intervenir todas las partes del cuerpo y con la que se rinde homenaje al cuerpo entero), los besos (más o menos dulces, más o menos negros), el masaje prostático (ese placer que los hombres sólo descubren cuando derriban el muro de los tabús y al que, una vez descubierto, vuelven siempre que pueden), los pequeños mordiscos eróticos y algunas que otras prácticas que, según sea el modo de concebir la sexualidad de cada persona, pueden servir para erotizar y excitar a un ser humano hasta llevarle a eso que los franceses llaman la “petite mort” (pequeña muerte) y que no es otra cosa que un pequeño anticipo de la Gloria.

No hace falta decir que para oficiar este ritual no hace falta cursar muchos estudios teológicos. De hecho, cualquier persona puede oficiar el rito del sexo. Después de todo, la naturaleza es sabia y el animal que habita en nosotros es listo como el hambre. Ese animal sabe por instinto lo que el cuerpo necesita para gozar y, dejándolo en libertad, lo busca. Pero ese animal no suele vivir en plena libertad ya que su libertad le es coartada casi desde que nace. Por eso, puesto a oficiar un ritual de sexo, el animal se queda muchas veces agazapado, temeroso de salir o preso tras las rejas de los tabúes culturales, el miedo al castigo divino o el temor a recibir un “no, cariño, eso no” por parte de la pareja. El ritual del sexo, así, se cumple a medias, y la “petite mort” que se perseguía, ese éxtasis, deja en los labios del creyente que ha decidido practicar el referido ritual un sabor a ceniza en el que se mezclan la dicha, la frustración y el sí pero no.

Prostitutas

Hay una manera, sin embargo, de evitar que esa sensación pueda producirse. Hay una manera de asegurarse el éxtasis absoluto. Y la manera de evitar que el sexo acabe por convertirse en ese algo que, apuntando tan alto, se queda a medio camino, es buscar a la persona ideal para oficiar su rito. Y la persona ideal para oficiar el rito del sexo es, sin duda, una escort.

La escort es esa mujer que ha convertido el sexo en un arte. La escort o señorita de compañía es la mujer que, adorando la práctica del sexo, disfruta de cada una de las etapas del ritual y sabe hacer que el hombre que las comparte con ella las disfrute. La escort o prostituta de lujo convierte una felación en una pequeña obra maestra. Entregándose en cada caricia, la escort es la reina del mimo, la amante perfecta, el sueño erótico de todo hombre hecho carne.

Gracias a la escort el hombre descubre que la intensidad de todo aquel placer que imaginó cuando, siendo adolescente, empezó a masturbarse por primera vez imaginando lo que debía ser el gozar de una relación sexual, no era una intensidad meramente imaginada e inalcanzable. La escort le permitirá descubrir esa intensidad. La escort le permitirá experimentarla. Y, una vez que haya experimentado la intensidad de ese gozo, el hombre que haya decidido contratar los servicios de una escort comprenderá toda la verdad encerrada en esas frases que en los anuncios de escorts dicen cosas como “he venido desde Brasil para hacerte descubrir las cumbres más altas del placer”, o “haz realidad tus sueños junto a una bella escort venida de los países del Este”, o “¿quieres conocer el significado exacto de la palabra placer junto a una lujuriosa y ardiente escort latina?”.

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Y es que los anuncios de escorts  por ejemplo este de Putas en Madrid no pecan, nunca, de ser simple palabrería. Porque las escorts, vengan de donde vengan y sean como sean (altas o bajas, más rellenitas o más estilizadas, con pechos más grandes o tetas más pequeñas, de piel negra o canela o blancas como el algodón), conocen todos los resortes que hay que tocar para conducir al hombre a ese placer inigualable en el que cualquier persona, por humilde que sea, tiene derecho a compararse a un dios.

Las escorts son las sacerdotisas del rito del amor. Ellas las que saben el ritmo que imprimir a una felación, a una paja cubana o a un movimiento de caderas. En nuestra página puedes encontrar algunas de las más bellas escorts de tu ciudad. Ponte en contacto con cualquiera de ellas y disponte a descubrir ese placer inigualable con el que siempre soñaste.

Y ahora después de estas divagaciones y si te ha quedado claro el concepto de escort, puedes visitar todas las que tenemos anunciadas tanto en Barcelona como en Madrid. Obviamente puedes utilizar terminología como putas de lujo o simplemente prostitutas, pero siendo más educado podrías emplear también el término acompañante que sería el sinónimo de escort en castellano.